jueves, 2 de septiembre de 2010

SOBRE QUIEN ES EL HOMBRE: UNA ANTROPOLOGIA FILOSOFICA


AUTOR: ALFONSO PEREZ DE LABORDA
INTRODUCCION
Final del formulario La pregunta ¿qué es el hombre? no parece ser suficiente para dilucidar la profundidad de lo que sea el `cuerpo de hombre`, en su siempre inseparable identidad-dual de cuerpo de hombre y cuerpo de mujer, y de las `corporalidades` que se construye. Sólo la que diga ¿quién es el hombre? parece, desde el punto de vista filosófico, responder a lo que el `punto rojo` del árbol de la evolución nos termine siendo .A través de la historia podemos darnos cuenta de que el concepto del hombre, varía según las diferentes culturas de los pueblos, es evidente que la definición que manejamos de nosotros mismos resalta en gran parte la aptitud o respuesta que tengamos ante nuestro entorno, el cual dependerá directamente del concepto que demos a nosotros mismos como los seres humanos que somos. La antropología filosófica pone como centro de su reflexión al ser humano, busca comprender al hombre como un ser que vive y sabe que vive en este mundo .El saber humano es la dimensión propia del ser pues es el único ente biológico que necesita comprenderse para saber quién es, quién quiere ser y qué puede hacer con su vida. Pero para que estudiar antropología filosófica dentro de las carreras sociales y humanas, acaso ese asunto no les compete solamente a aquellas personas que siguen alguna licenciatura en filosofía, psicología, sociología o antropología; pues no, la enseñanza de la antropología filosófica nos ayudara a conocer y fundamentar el camino del ser humano, tratar de responder a las cuestiones existenciales ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué es el hombre?, etc. El propósito de la antropología filosófica es identificar las características de la especie humana, tomando en cuenta todos los aspectos de la realidad: material, biológica, económica, histórica, cultural, etc. Pero esto no significa que sea el producto de una combinación o síntesis de diversas disciplinas. En este sentido, la antropología filosófica no es una ciencia social, sino que está más cerca a la Filosofía. Como disciplina filosófica, no abandona su pretensión de comprender al hombre más allá de los límites de las distintas ciencias. La antropología filosófica se pregunta, en primera instancia, por el origen del ser humano. Su proceso de aparición y asentamiento en el conjunto de la realidad. Esta cuestión puede condensarse en la pregunta: ¿Cómo surgió el hombre? Además, se pregunta por la naturaleza del ser humano, se pregunta lo que diferencia al ser humano de todos los demás seres, cómo se define a través de su existencia histórica, etc. Tales interrogantes fundamentales de la Antropología Filosófica pueden ser condensadas en una pregunta radical: ¿Qué es el
hombre? En el hombre, en cambio, si bien se reconocen ciertos comportamientos impulsados por factores de índole biológica y también instintiva, existen conductas - que a medida que progresa en su evolución y civilización resultan ser las predominantes - que no pueden explicarse como originadas en una tendencia instintiva. En la mayor parte de los comportamientos humanos, no se da la motivación a través de la manifestación activa y automática de un instinto o de un deseo; sino que surge claramente que existen otros impulsos, sobre todo los de carácter racional o emocional, que responden a un ser del hombre, que es su signo diferencial específicamente característico respecto del resto de los seres vivos. Puede decirse que alcanzar el conocimiento del hombre acerca de sí mismo ha sido tal vez el objeto primario y principal de la investigación filosófica. La propia constatación de la existencia del pensamiento filosófico, constituyó el aliciente de los filósofos para procurar un auténtico conocimiento de la esencia del hombre; incluso como un medio de liberarse de los condicionamientos que le impone el mundo exterior y alcanzar una verdadera libertad.

RESEÑA
El subtítulo de este libro se presenta como una antropología filosófica, y, es verdad, en ella es algo curioso no para de hablar de Dios.
Pero, se notará que en realidad se habla de Dios como del horizonte desde el que pensar la pregunta por el hombre, el horizonte que se va imponiendo al pensamiento, precisamente para poder pensar quién sea el hombre.
El tema del hombre es un hecho muy complejo precisamente por lo completo que es el hombre no sólo por lo que ya es, sino también por lo que puede llegar a ser. El hombre es tema de todas las ciencias y evidentemente es el ser dominante sobre
la tierra que configura, modifica, transforma y conserva la realidad que le ha sido dada.
El estudio del hombre requiere un análisis con una visión muy amplia ya que de no ser así se pueden dejar a un lado rasgos importantes del hombre para caer en reduccionismos o en el otro lado absolutizar o dar más valor a hechos que no lo tienen, así que no sólo es difícil su estudio sino que también es delicado.
El hombre, es definido como sustancia individual de naturaleza racional, es una
descripción general y última del hombre. En este libro se trata de incluir aspectos que también son parte del hombre y de su naturaleza y que no se pueden dejar a un lado, como lo es la sociabilidad, la familia, la cultura, el lenguaje, el dinero, el amor a Dios, etc. Aunque creo que faltó hacer un poco de más énfasis en la parte emotiva del hombre ya que aunque si se menciona y se abarca. Sería importante darle un sentido como actualmente se vive en el ser y no tanto en el deber ser.
Es obvio que no se puede abarcar en un libro todo lo que es el hombre, sin embargo, este libro logra integrar elementos de suma importancia para el estudio del hombre. En algunas partes le falta algunas notas aclaratorias al autor ya que cambia con facilidad de un sentido amplio a un sentido estricto lo que complica el verdadero sentido e
interpretación que da a las afirmaciones.
Por eso me parece no sólo que no hay contradicción en lo que digo, sino que Dios es el horizonte de nuestro pensamiento antropológico.
¿No decía tan bellamente Adolphe Gesché aquello de «Dios para pensar»? Pero ¿hay espacio para Dios? Puede parecer extraña la pregunta a la que quiero responder; creo, sin embargo, que tiene miga.

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